Imágenes de corazones con frases para enamorados
Miles de escritos, millones de hojas y plumas gastadas para tratar de comprender un fenómeno tan camaléonico ¿De qué hablamos? Del amor, naturalmente. Nos hace doler la cabeza, nos sumerge en enormes tinieblas cuando las expectativas no se cumplen; pero también nos da alegrías sin parangón, nos convierte en seres albergadores de mariposas imaginarias y hace que nuestro presente y porvenir se llene de esperanzas rosas. Sí, como se vislumbra, es algo sumamente complejo y seguirá siendo así (más allá de sus modificaciones) hasta que el hombre deje de surcar esta tierra o cualquiera. A continuación, sin embargo, vamos a buscar el lado bueno de este sentimiento/estado, por eso te mostramos imágenes de corazones con frases para enamorados ¡No te lo pierdas!
Imágenes de corazones con frases para enamorados
Enamorarse es una bendición si realmente lo sentimos así. De súbito el pensamiento se hace menos egocéntrico, ya no tiene certeramente el punto de referencia en uno, sino, sobre todo, en otra persona, la elegida, la que cambió nuestra vida para siempre. Es una celebración si todo marcha bien, por lo tanto.
El amor es el único estado que justamente en su división o en su compartir crece ¿Qué sería del hombre con tamaño poder sin desplegarlo? ¿No parecería una suerte de megalómano o narcisista al extremo? La pulsión erótica se dirige a otro, se multiplica, medra sin cesar en ese mismo accionar.
El amor lo que demuestra es que no son tanto los objetos los que nos hacen felices, sino una persona, un alma que pueda transfigurarse en nuestra verdadera contraparte. Solo eso; el resto es relativo y puede ser absolutamente transicional. Nosotros, por lo tanto, cuando amamos lo hacemos a modo eterno, sin preocuparnos del mañana o suponiendo que el porvenir siempre va a tenernos unidos.
Y siempre se vuelve a creer en el amor ¿Somos ilusos? ¿Sufrimos de una patología del candor? No lo sabemos, pero volvemos a intentar por más que hayamos sufrido en el pasado. Es que la esperanza es lo último que se pierde y recordemos que en la caja de Pandora permaneció encerrada.
El amor nos une a lo eterno y a lo absoluto ¿Pero cómo puede ser? ¿No somos limitados, mortales y finitos? Sí, pero eso no oblitera que tengamos alguna vinculación con la otredad absoluta en la naturaleza. El amor nos acerca a esos rasgos; nos convierte, si se quiere, en un poco divinos.
Por eso el amor conlleva responsabilidad. Hay una persona que espera de nosotros cierto accionar, seriedad, credulidad, fuerza en la palabra. Cualquier clase de empatía verdadera debe hacernos dudar de hacer mal a quien realmente nos ama con toda su pasión y cariño.
El amor es tan repentino que a veces nos parece que nunca existimos sin él y observamos el pasado como una suerte de falencia o carencia. La conclusión es evidente: éramos seres incompletos, nunca sentimos lo que realmente eran las caricias hasta que esa persona especial depositó sus manos en nuestro cuerpo.
Por eso la felicidad puede tener cierto aire de abnegación o impregnarse, por lo menos, de alguna carencia de egoísmo. Es que sí: queremos la felicidad del otro y estamos dispuestos a colaborar de múltiples formas para semejante proyecto. La perfección existe cuando la pareja se antepone el mismo cometido, debido a que se produce una retroalimentación.
El amor puede usar como intrumento a la razón. Eso es realmente cierto; sin embargo, no quiere decir que la racionalidad emerja para explicar motivos y fundamentos. No, a veces el amor se da por un choque de miradas, por una comprensión, incluso por un artilugio onírico. Son tantos sus caminos que lo hace imprevisible.
No dudemos en repetir, hasta el hastazgo, lo mucho y muy importante que es esa persona para nosotros. Primero, porque semejantes palabras dulces no cansan; segundo, porque realmente la querencia siempre será ponderada por el prójimo a partir de una acción. El resto es hojarasca.
Amor es besos, abrazos, cariño, verdades, sinceridad; etc. Es un animal sumamente camaléonico, pero nunca nos debería sorprender para mal.
Modificación. Sí, ese es el vocablo que esgrimimos cuando hablamos de enamoramiento. Y si nos hemos enamorado muchas veces realmente sabemos que esa es la verdad de todo: ya no somos lo que fuimos y estamos muy felices de ese cambio, que siempre será analizado como una bondad absoluta.
Un índice de enamoramiento: si te vuelves un poco torpe, si los menesteres esenciales te cuestan, es que tus pensamientos están dirigidos a un solo objeto, hacia una sola persona. Bueno, eso es amor. Digamos que para estas cuestiones no existen camuflajes ni engañifas; es todo demasiado ostensible para quien lo vivencia.
Si se quiere no hay denuedos ni esfuerzos. O, mejor dicho: existen, pero no molestan porque sabemos que valen la pena, valen el amor enorme que nos tenemos y que crece jornada tras jornada.
Amar es un acto de abnegación y lo requerimos sin cesar. Es que hemos probado lo que realmente es el amor y no lo queremos dejar. Ya el pasado nos parece demasiado mezquino, pobre, austero sin la felicidad que nos da el gran amor.
Amar es aceptar al otro tal como es, porque es precisamente ese sujeto el que enamoró. En todo caso se lucha por soslayar fingimientos y mentiras ¿Cuánto tiempo se pueden sostener? No, realmente lo mejor es mostrarse limpio, puro, con errores y defectos.
Te amo. Una frase pequeña, que nos deja en claro el extremo poder de la economía del lenguaje: se puede proferir demasiado en tan poco tiempo, con tan pocas líneas y tintas. Y, sin embargo, sabemos que esas dos letras poseen un peso sin parangón, una manera de conmover y convertir al otro en un verdadero tembladeral.
Y con el tiempo el amor que dura es una sofisticación. Es que ya conocemos errores, ya atravesamos cotidianeidades, rutinas y grises de toda laya. Así de complejas y simples son las cosas: algunos dirán que el verdadero amor solo se vislumbra con el tiempo ¿Tú qué piensas, querido lector?
Demostrar, decir, accionar, esas son las verdaderas palabras del amor. No podemos desesperarnos si realmente realizamos lo primero, que es la única forma de acercarnos a quien irremediablemente es otro. Por eso el amor es tan complejo: somos uno en muchas cosas; pero también, a la vez, seguimos siendo otredad absoluta.
Besas, abrazar, amar; en todo eso no existe el espacio de distancia. A tal punto que el amor es epítome de la cercanía, del calor y la calidez que solo da el abrigo de un alma próxima. Se dice que la media naranja es esa parte del ser que aún nos falta para convertirnos en una entidad perfecta. Platón por lo menos lo dijo.
El amor debería ser un fluir, como el río más límpido y sosegado que hayamos visto. Cuando forzamos, cuando con violencia obligamos a estas situaciones todas terminan saliendo muy mal. Mejor, por eso, adaptarse, ser paciente; pero sobre todas las cosas no generar incongruencias. El amor, en ese sentido, será placentero, motivador y eterno.
Este posteo fue una invitación a pensar el amor. Algo que muchas veces se deja de lado, menospreciando lo positivo de realmente hacerlo con toda la seriedad. Es que siempre lo vivimos o viviremos.