Imágenes, frases y pensamientos de Sigmund Freud
Las escrituras son como epitafios que esperan ser animados por la lectura de alguien. Pocas veces nos olvidamos que por medio de esta tecnología entablamos ciertos vínculos con ese emisor que posiblemente hace rato partió de este mundo. Y a eso podemos añadir que esa excelsa comunicación la podemos llevar adelante con las cabezas más relevantes, con las auténticas lumbreras de la historia humana, como por ejemplo el mismísimo Freud, padre del psicoanálisis ¿No es bueno y bello aprender, añadir algo a nuestro bagaje? ¿No sentimos algo liberador al hacerlo? Claro que sí: aquí te dejamos, bajo esa premisa, imágenes, frases y pensamientos de Sigmund Freud ¡Imperdible!
Imágenes con frases profundas e inolvidables de Sigmund Freud
Siempre es bueno tener en nuestra azotea a las cabezas más deslumbrantes. Primero, por una cuestión práctica debido a que enseñan o dan consejos, verdaderas artes de vivir; segundo porque siempre es bueno incorporar conocimiento, por más que no sirva más que para solazarse unos instantes, conocer otras civilizaciones u otras maneras de pensar.
En la vida es un buen rasgo que las cosas nos cuesten porque se desarrolla madurez, que no es más que aceptan que nuestro principio de placer lucha contra la realidad. El psicoanálisis freudiano es marcadamente hedonista, así que sabemos qué será lo que se busque y qué lo que se eluda.
Los elogios vienen bien si no son mentirosos ni encubren verdades. Montaigne siempre decía que el mundo de reyes y reyezuelos, desde tiempos pretéritos, era bastante gris: todos aduladores, todos mentirosos, todos luchando por ver quién no le decía la verdad a su amo y así sumaba puestos.
Las palabras son ensalmadoras y eso es una premisa básica del psiconanálisis que se basa en el vocablo del paciente y el del terapeuta que interpreta con su bagaje. Sí, ellas modifican actitudes, estados anímicos, construyen y derruyen mundos con suma facilidad. Nunca desprestigiemos a las palabras, porque, sin darnos cuenta, estamos rodeados de ellas por doquier.
La vida es pulsional y la catexis que va a un objeto amoroso no va, por decirlo de algún modo, a uno mismo. El narcisismo y el enamoramiento o la identificación son casi inversamente proporcionales según esta economía libidinal que, como tal, tiene mucho de administración y limitación. No se ama infinitamente, aunque lo sintamos así.
Hablar conlleva su riesgo siempre, porque uno dice y al anunciar hace. Pero el que calla se guarda. Puede ser tonto si tiene algo importante que decir, pero de lo contrario piensa, cavila, apunta correctamente o simplemente anula su participación para no embarrarse en pormenores que no le suman.
Freud nos ha dado un análisis exhaustivo del sujeto occidental, que él por etnocentrismo pensó mundial, aunque no era así ¿Es algo malo? No, todo lo contrario, ya que mucha de su sabiduría utilizamos, esgrimimos incluso en el modo de la crítica. El genio vienés siempre está, al fin y al cabo.
Su sabiduría está empapada en filosofía y mitología ¿Por qué el complejo de Edipo? ¿El inconsciente es una obra de teatro? Cosas para preguntarse cuando se lee a este maestro de toda la vida, más allá de todas las críticas que se les pueda hacer.
La ambigüedad con el padre es absoluta: pulsiones de muerte y de amor se entremezclan, aunque en el niño el complejo de castración lo resuelve todo. El pequeño decide identificarse con su primogénito del mismo sexo, además de dejar de desear a su madre por temor. El pene es poder, aquí.
El desarrollo psicosexual y sus análisis han sido los puntos más criticados en Freud. Su machismo o su ignorancia sobre la mujer (un continente negro, decía) lo hacían blanco fácil ¿Es que la mujer es una simple oposición? ¿Su sexo es un no sexo que recibe otro sexo, valga el retruécano? ¿Cómo se desarrolla el superyo en ellas cuando la castración resuelve edipo? Cuestiones para pensar siempre.
La muerte siempre es un material rico en reflexiones. El ser humano es ese curioso animal que sabe que va a morir, pero que en vida, cuando aquella no está ni se asoma, no para de preguntarse por ella ¿Deseos de finitud? ¿Intriga indomeñable? Vaya a saber uno cuál es la explicación.
La sinceridad nos hace traslúcidos o, mejor dicho, transparentes. Y no hablamos de los ojos del prójimo que analiza, sino los de uno que hace introspecciones. De hecho: es mejor para nuestra salud mental siempre. No podemos dejar de reprimir, pero evitemos negar.
Todas la mentes brillantes tienen frases de impacto. Se podría recomendar las obras, pero la gente cada vez lee menos. A veces no queda más que ese factum riguroso, que por lo menos dice algo del auto, devela una idea nueva, saca dudas a la persona que lee.
Amar es subyunarnos, armar es evadir toda crítica, amar es cumplir perfecciones por medio de ese extraño rodeo que es nuestro objeto amoroso. Por lo menos así lo veía Freud, cuyos análisis de los enamoramientos serán eternos tanto por su perspicacia como por su profundidad y brillantez.
Es curioso el inconsciente porque se parece a un ladrón con poco arte: siempre escondido, siempre actuante; pero que se descubre. Ese bribón es tal narcisista que no para de dejar huellas por todas partes llamados síntomas, lapsus, fallidos o sueños (no chistes, que con conscientes).
Me gustaría creer, pero no puedo. Suelen ser frases que aturdían al mismo Freud, sobre todo en cuanto a su religiosidad, tan desmentida en esos años por círculos intelectuales. De origen judío, Freud termina siendo francamente ateo, porque ya pocas cosas lo ligan a esa necesidad.
Uno es lo que es y como decía cierto gran filósofo: ni tan determinado ni tan libre. Hacemos lo que podemos, somos lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros. Complejo, sin lugar a dudas, pero esa es la realidad.
Freud fue el padre de una ciencia luego de mucho andar, de mucho probar. Un hombre que estudió medicina por placer de la madre, pero que encontró su alegría en la filosofía. La cuestión era que esta ciencia no aportaba los frutos honorables y económicos que la primera.
Los sueños son el mundo del inconsciente. Cuando se acaba la motilidad y la conciencia, el ello hace de las suyas sin mucho esfuerzo. De ahí que siempre los sueños sirvan como manera de conocer al inconsciente. Digamos que el sano para Freud era la persona que ni loco hacía lo que pensaba dormido.
El síntoma, según la lógica del psicoanálisis, es una mala cobertura o represión de la consciencia. En algo falló, la defensa no fue buena y así surgen estos modos de expresión, muchos de ellos carentes de una base somática.
Si el pensamiento queda atascado, si algo inconsciente sostiene ese síntoma, el solo recuerdo de ello lo hará desaparecer. Recordarlo, por lo tanto, es la mejor manera de olvidar y, por qué no, de soltar ese pasado que tanto nos hiere.
Aquí te hemos dejado una enorme cantidad de frases de Freud para que te instruyas, adquieras nuevos saberes o refresques viejos. Siempre, también, son invitaciones a estos autores, que a veces por desconocidos o excesivamente venerados no se leen, siendo una enorme pérdida esa realidad para cualquier persona.