17 Poemas de amor para dedicar
La poseía es un arte por su métrica, su musicalidad y ritmo; además de poder poner en palabras lo que es difícil de expresar. A continuación te presentamos 17 poemas de amor para dedicar.
Los 17 Poemas de Amor más románticos de todos los tiempos
Corazón, coraza (Mario Benedetti)
Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón, coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no
Si me quieres, quiéreme entera (Dulce María Loynaz)
Si me quieres, quiéreme entera
no por zonas de luz o sombra
Si me quieres, quiéreme entera
y blanca, y gris, verde y rubia
y morena
Quiéreme día,
quiéreme noche
¡Y madrugada en la ventana abierta!
Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda, o no me quieras!
Amor eterno (Gustavo Adolfo Bécquer)
Podrá nublarse el sol eternamente
podrá secarse en un instante el mar
Podrá romperse el eje de la tierra
como un débil cristal
¡todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón
pero jamás podrá en mí apagarse
la llama de tu amor.
Contigo (Luis Cernuda)
¿Mi tierra? Mi tierra eres tú
¿Mi gente? Mi gente eres tú
El destierro y la muerte para mi están a dónde no estás tú
¿Y mi vida? Dime, mi vida, ¿quién es si no eres tú?
Te quiero a la diez de la mañana (Jaime Sabines)
Te quiero a las diez de la mañana y a las once
y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma
y con todo mi cuerpo, a veces, en la tarde de lluvia.
Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me
pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas
en la comida o en el trabajo diario, o en las diversiones
que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con
la mitad del odio que guardo para mí.
Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y
siento que estás hecha para mí, que de algún modo
me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos
me convencen de ello, y que no hay otro lugar en
donde yo me venga, a donde yo vaya, mejor que tú
cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro y
los dos desaparecemos en un instante, nos metemos
en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo
hambre o sueño.
Todos los días te quiero y te odio irremediablemente
Y hay días también, hay horas, en que no
te conozco, en que me eres ajena como la mujer
de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo,
me distraen mis penas. Es probable que no piense
en ti durante mucho tiempo. Ya vez, ¿quien podría quererte
menos que yo, amor mío?
Despedida (Jorge Luis Borges)
Entre mi amor y yo han de levantarse
trescientas noches como trescientas paredes
y el mar será una magia entre nosotros.
No habrá sino recuerdos.
Oh tardes merecidas por la pena,
noches esperanzadas de mirarte,
campos de mi camino, firmamento,
que estoy viendo y perdiendo
Definitiva como un mármol
entristecerá tu ausencia otras tardes.
Desvelada (Gabriela Mistral)
Como soy reina y fui mendiga, ahora vivo en puro temblor de que me dejes y te
pregunto pálida, a cada hora: «¿Estás conmigo aún? Ay, no te alejes».
Quisiera hacer lar marchas sonriendo y confiando ahora en que has venido; pero hasta
en el dormir estoy temiendo y pregunto entre sueños «¿No te has ido?»
A mi mujer (Oscar Wilde)
No puedo escribir majestuoso proemio
como preludio a mi canción
de poeta a poema
me atrevería a decir.
Pues si de estos pétalos caídos
uno te pareciera bello,
irá el amor por el aire
hasta detenerse en tu cabello.
Y cuando el viento y el invierno endurezcan
toda la tierra sin amor
dirá un susurro algo del jardín,
y tú lo entenderás.
El enamorado (Jorge Luis Borges)
Lunas, marfiles, instrumentos, rosas
lámparas y la línea de Durero
las nueve cifras y el cambiante cero
debo fingir que existen esas cosas.
Debo fingir que en el pasado fueron
Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron.
Debo fingir las armas y la pira
de la epopeya y los pesados mares
que roen de la tierra los pilares.
Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres, Tú, mi desventura,
y mi ventura, inagotable y pura.
Rima XXXV (Gustavo Adolfo Bécquer)
¡No me admiró tu olvido! Aunque de un día,
me admiró tu cariño mucho más;
porque lo que hay en mí que vale algo,
eso…ni lo pudiste sospechar.
Agua mujer (Juan Ramón Jiménez)
¿Qué me copiaste en ti
que cuando falta en mí,
la imagen de la cima,
corro a mirarme en ti?
Dame la mano (Gabriela Mistral)
Dame la mano y danzaremos,
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor y nada más.
El mismo verso cantaremos,
al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga y nada más.
Te llamas Rosa y yo Esperanza;
pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza.
En las noches claras (Gloria Fuentes)
En las noches claras, resuelvo el problema de la soledad del ser.
Invito a la luna y con mi sombra somos tres.
Tu dulzura (Alfonsina Storni)
Camino lentamente por la senda de acacias
y me perfuman las manos sus pétalos de nieve.
Mis cabellos se inquietan bajo céfiro leve
y el alma es como espuma de las aristocracias.
Genio bueno: este día conmigo te congracias,
apenas un suspiro me torna eterna y breve…
¿Voy a volar acaso ya que el alma se mueve?
En mi pie cobran alas y danzan las tres Gracias.
Es que anoche tus manos, en mis manos de fuego
dieron tanta dulzura a mi sangre, que luego,
llenóseme la boca de mieles perfumadas.
Tan frescas que en la limpia madrugada del Estío
mucho temo volverme corriendo al caserío
prendidas en mis labios mariposas doradas.
Polvos de amor (Francisco de Quevedo)
Amor postrero más allá de la muerte.
Cerrar podrán mis ojos la postrera
sombra que me llevaré el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía,
hora, a su afán ansioso lisonjera;
Mas no de esotra parte en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía.
Nadar sabe mi llama el agua fría,
y perder respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrán sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
Como si cada beso (Fernando Pessoa)
Como si cada beso
fuera de despedida,
Cloé mía, besémonos, amando.
Tal vez ya nos toque
en el hombro la mano que llama
a la barca que no viene sino vacía;
Y que en el mismo haz
ata lo que fuimos mutuamente,
y la ajena suma universal de la vida.
Amor (Pablo Neruda)
Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte
la leche de los senos como un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado, y tenerte,
en la risa de oro y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos,
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,
porque tu ser pasará sin pena al lado mío
y saliera de la estrofa- limpio de todo mal-.
¡Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría
amarte, amarte como nadie supo jamás!
Morir y todavía
amarte más.
Y todavía amarte
y amarte más.