Imágenes con frases de William Shakespeare

Siempre se duda sobre la existencia de ciertos seres ¿Realmente Alejandro Magno surcó la tierra con su caballo Bucéfalo? ¿Homero existió, creó las obras maravillosas que conocemos y murió a partir de un enigma no resuelto? ¿Epicteto fue el filósofo tan abnegado que conocemos, casi como cualquier figura de la temprana república romana? En rigor de verdad poco importa para este caso si fueron humanos de carne y hueso, porque la incertidumbre deja en claro otra cosa: se nos hace seres tan imposibles de imitar, tan lejanos, que llegamos a esas conclusiones. Shakespeare por motivos diferentes cae en esa categoría, por eso te presentamos imágenes con frases de este dramaturgo y poeta.

Imágenes con frases de William Shakespeare

El bardo más conocido de la humanidad después de Homero ¿Se escuchó bien o, mejor dicho, leyó? Homero, el ideal, el desconocido, el que fue lectura obligatoria para sus niños en muchas ciudades Estado; en definitiva, el magnífico. Un título muy importante, sin lugar a dudas, aquiere el primero.

Suele decirse que cuando uno anuncia constantemente cuestiones muy importantes en rigor de verdad poco importa el emisor, es como si las palabras tomaran un poder tan resonante, nos hacen pensar tanto que no pueden provenir de una humanidad. Son oráculos, algo o alguien más, posiblemente de naturaleza divina, profiere semejantes vocablos.

William Shakespeare, tercero de una familia numerosa, con una madre peligrosamente católica y un padre comerciante más o menos exitoso. Un bardo, un dramaturgo, parte de los excluidos de la población porque ser actor en aquellos años no era lo mismo que serlo ahora. Bohemio suele decirse, aunque esa palabra no agota absolutente nada.

Explicación de la figura de la musa: solemos hablar de musas inspiradoras, porque antiguamente, para cada ciencia, existía una suerte de divinidad que pasaba la información, que colaboraba por lo menos en parte (sino en totalidad) para edificar la sapiencia del sabio. Alguno no podían hablar más que con boca y lengua de deidades, incluso a veces utilizando enigmas para dar cuenta de ese quiebre ontológico.

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Los temas existenciales son tan pesados, que poco importa quién los anunciara. De hecho, a veces la hipótesis de la inexistencia de un autor que terminaría siendo cientos de cráneos dispersos no hacen más que acrecentar lo primero ¿Cómo pudo desarrollar semejante sensibilidad Shakespeare? No tenemos respuesta para esos tópicos.

Se dice comúnmente casi como estandarte de guerra que un día sin leer es un día perdido. Y afirmamos lo bélico porque es esgrimido en plena cruzada por los grandes lectores. No sabemos si semejante precepto es cierto (acaso solo es axiológico), pero lo que sí aseveramos que es un despropósito no leer a Shakespeare aunque sea una vez en la vida.

Si tu entiendes a la humanidad, si puedes agachar la cabeza y escuchar sus pulsiones más íntimas, querido, podrás hablar de los tópicos más esenciales, casi universales, no importa cuánto tiempo pase. Cuando nos angustiamos con las vicisitudes de Hamlet, las dudas del Rey Lear o la potencia amorosa de Romeo y Julieta, es que hay un poco de lo que dijimos más arriba.

El amor es locura, delirio báquico y ya los antiguos griegos reconocían que sin un poco de aquella no existe la verdadera sabiduría. Los oráculos, muchas veces mujeres, para proferir el vocablo divino muchas veces representaban un estado de éxtasis similar al de la manía. Así que es evidente: la razón cuerda y el conocimiento son un invento demasiado reciente.

Nos empeñamos en el amor, luchamos porque entendemos que no tiene porqué ser fácil; pero eso representa algunos límites. Cuando la negativa del otro lado no es azarosa, accesoria ni fingida no hay mucho más para hacer. Mendigar amor puede ser muy peligroso.

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La espera desespera, aunque suene a retruécano o juegos de palabras. Es que la expectativa a veces es tan grande que angustia y no nos damos cuenta que proyectamos demasiado al porvenir desdeñando a veces el presente, que en definitiva es lo único que poseemos. Entonces desesperemos, en el sentido de no esperar, bajo la mirada impasible de quien agradece lo que sucede si sucede y punto.

Ser para la muerte, eso somos todos. Desde el momento que nacemos ya somos demasiado viejos para morir y, sin embargo, lo olvidamos ¿Por qué tanto horror a la muerte? ¿Realmente estamos seguros que es algo malo? ¿Acaso no hay múltiples religiones que prometen bonanzas para los que se portan bien? Actuemos como el sabio Sócrates: esperemos lo mejor de la finitud.

El amor, en algún punto, debe dejar de lado el sensualismo. Debe haber una perfección que se diriga más allá de la carne, una armonía, cierta modulación que atraiga y, sobre todo, una constante de accionares indescriptibles y llenos de cariño. No hablamos en sentido platónico, sino de algo que vá más allá de lo carnal estando aquí.

Dos en el amor deben ser uno, incluso en la amistad. Cuando proliferan los secretos es como si pusieramos tabiques a lo que debería ser plenitud absoluta. No conviene.

Siempre pensando más allá, siempre con un deseo irrefrenable por lo que no tenemos ¿No es algo excesivo? Al final tenía demasiado razón Epicuro: el hombre es un animal que si complica sus apetencias será sumamente desdichado.

El tiempo es absolutamente relativo y a veces estar con quien queremos puede terminar siendo un absoluto frente a lo efímero.

La muerte no debe ser objeto de temor, tema recurrente en la prosa shakespereana. Ser o no ser, esa es la cuestión y, sin embargo, no sufrir a partir de ello. Somos pero en algún tiempo no seremos, ¿hay miedo? ¿Acaso millones no han recorrido ese sendero? ¿Hay alguna diferencia entre ti, anciano, frente al niño que recién nace? En todo caso, si ya pintas canas, debes considerarte un afortunado: nadie te arrebatará tu pasado. El joven aún es demasiado indeterminado, tanto que tal vez no sea.

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Los amores pueden ser gentiles, respetuosos, condolientes; pero también crueles, sanguinarios, abusivos. Hay de todos, así que escoge bien, querido lector.

El amor a veces es evidente y es mejor que lo sea ¿Sirve especular en algo tan preciado? ¿No es más acertado mostrar todas las cartas desde la sinceridad y no a partir de una treta siniestra de prestidigitador? Seamos sinceros, porque tal vez nuestra integridad se pague con sentimientos análogos del otro lado.

 

El silencio es estratégico, porque en su nadería el juego hermenéutico queda de tan abierto algo cerrado. Y, en definitiva, siempre tendrás la capacidad de dar la palabra exacta, aludiendo en cambio que otros pensaron cualquier cosa. En cambio, la palabra esclaviza, nos obliga a dar explicaciones, esgrimir fundamentaciones y cuestiones por el estilo.

Ser práctico es solucionar lo que se debe solucionar y punto. Las lamentaciones no sirven de nada, más que llenarse de ponzoña y energías negativas. Mejor, siempre, es actuar porque por lo menos partimos desde ese estado calamitoso hacia algo que suponemos que lo medra. Es un inicio solamente, aunque principio al fin y al cabo.

Las siguientes frases de Shakespeare sirven para pensar en cualquier momento. Aquel jovencito de Stratford dio mucha tela para cortar, tanta que seguimos usando tijeras demasiado siglos después. Se ganó la posteridad y eso realmente nunca es poco.

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