Imágenes de Soledad con frases y pensamientos
No podemos ser siempre felices, alegres, con estados afectivos expansivos y cuestiones por el estilo ¿Quién dijo que se puede ser un fuerte inexpugnable? ¿No variamos de vez en cuando? ¿La modificación de la coyuntura nunca hace mella en nosotros? A veces, sin darnos cuenta, nos generamos más presión por modelos poco alcanzables, que por realidades angustiantes. En rigor de verdad, los sentimientos tristes pueden expresarse, se puede reflexionar a partir de ellos, por lo menos para darle una explicación y luego, sí, poder superarlos. Pero existen, tienen cabida, hay que escucharlos y a veces hasta poseen su cuota positiva. Te presentamos imágenes de soledad con frases y pensamientos.
Imágenes con frases inspiradoras y profundas de soledad
La soledad es de una realidad tan compleja, que se vuelve contradictoria ¿Qué quiere decir esto? Que algunos la verán como algo positivo; otros como el mal por antonomasia. Y se supone que la lógica tradicional no dice que A no puede ser no A al mismo tiempo y, sí, la soledad rompe esos esquemas. De ahí que las siguientes imágenes tengan esa cuota paradojal.
Es que la soledad puede ser perfecta para encontrarse uno mismo. Sí, es necesaria una cuota de libertad, de privacidad, tener un terreno en el que solo entra uno y nadie más. Eso es sano y lo podemos encontrar en los meandros tan abandonados que solo convivimos con nosotros mismos.
A veces es positivo ir por la vida solo, aprender de caminos abandonados, sacar conclusiones con una parsimonia y tranquilidad que no existirían bajo otras circunstancias. Está en cada uno vislumbrar a la soledad como algo dañino o como una oportunidad para sanar, curar, atenderse.
El amor y su moneda opuesta sobre todo, el desamor, nos hacen sentir la soledad a flor de piel. Es que no cavilamos como alguien que lo fue todo (y posiblemente lo sigue siendo) se desgaja de la forma en que lo hace, con una facilidad abrumadora ¿No somos importantes? ¿No hay nada que remediar? ¿No existe la paciencia del proceso? No y ahí la soledad hiere, hiere mucho.
Soledad es no encontrar a la persona adecuada. Pero podemos añadir algo o hacer una salvedad: la primera afirmación es diserativa y abstracta. Lo peor no es eso, sino tener un deseo concreto, material, de alguien específico y saberlo vedado. Soledad, entonces, estar lleno, rodeado de gente; pero que faltes tú. Sí, ese pronombre personal tiene una enorme carga afectiva.
El orgullo desmesurado puede llevarnos a la soledad, porque francamente nos convertimos en seres intolerables para el prójimo. Es indispensable el pundonor, amarse a uno mismo de una manera correcta y sana; pero lo importante no es exagerar en esas ponderaciones, en la que el resto pasaría a ser mero medio.
Y en la noche, en soledad, emergen las grandes preguntar. Esto no es amoroso, tampoco afectivo en sentido estricto, sino existencial. Esos interrogantes son tan cruciales y puntuales que por más que estemos acompañados de amores y amigos, no podrían dejar de emerger en corazones honestos ¿Por qué vivo? ¿Qué es la muerte? ¿La vejez es ineluctable? Y cuestiones por el estilo.
Podemos ser fieles a la soledad, sentirnos más que cómodos porque nos deja imponer las propias reglas; pero sabemos que con determinada persona estamos en perfectas condiciones de dejar semejante estado. Es que esa persona vale la pena demasiado; no lo veríamos como un perjuicio, sino como una extrema ganancia.
Hay individuos que son inaccesibles, que viven en soledad por más que su existir esté marcado en lo gregario. Sí, su cuerpo, su sonrisa, incluso sus pensamientos son una simple mascarada; la esencia de lo que son se halla a kilómetros de distancia, tan inasequible como el máximo de los tesoros.
La soledad a veces sirve para poner las cosas en su lugar. Cuando nos han ninguneado, vituperado e incluso menospreciado, la soledad nos deja a las claras algo: somos lo más importante de nuestra vida, ya que lo que soy sostiene mi existir; la soberanía en exclusiva. Entonces, ante esa perspectiva, ninguna persona puede hacerme sentir lo contrario.
Ser libre a veces conlleva determinada soledad. Está en cada persona soportarlo o simplemente sentir un vértigo tan fuerte que convierta a todo en un temor encarnizado. Veremos como cada quien actúa de una manera muy determinada; no hay reglas hechas de antemano. El individuo, en sí, es un mundo aparte.
Pero si la sufrimos, si desgasta, si hastía, la soledad puede volverse en una de las muertes más tristes de todas. También si llega a sus extremos.
Si logras llevarte bien contigo mismo, si tu presencia no te molesta, si puedes desenvolverte en la inspección y no estar siempre expectorado al exterior y hacia el prójimo, quizás la soledad sea un reducto maravilloso para ti.
Y en el amor ya lo sabemos, aunque sea por fuerza de los dolorosos hechos: mil veces preferible la soledad que una compañía que dañe, destruya, llene de dolor y pena nuestra alma. Sí, a veces es bueno ser algo egoísta, poseer un amor propio indomeñable.
Soledad y paz, son muy buenos amigos ¿Por qué? Por un motivo muy simple: es más fácil controlar el propio yo, porque en definitiva nos habitamos; antes que realizar lo propio con seres ajenos, que se nos escapan, ya que son voluntades exteriores.
Comprendamos que somos tiempo y como tal limitados. Es decir, vivir con alguien, dar a una compañía buenos momentos equivale a nada más ni nada menos que vida. Entonces es importante que el otro no desmerezca semejante ofrenda; la máxima que otorgamos aunque pareciera que no en esta sociedad consumista y pletórica en objetos. Por eso, la soledad a veces es lo mejor: no perdemos lo más valioso y lo disponemos en lo que anhelamos.
Hay ciertos sitios en la existencia, meandros existenciales, derroteros medulares, que solo se pueden surcar en soledad. Cuando pedimos un tiempo, cuando nos dan un tiempo sin pedirlo, podemos hallar estos paisajes que muchas enseñanzas nos dejan siempre.
Si eres una persona que solo se ha fijado en nimiedades en la vida, es lógico que realmente no puedas sentir la soledad sino como un mal. Es que te es indispensable el otro; a los soberanos no les pasa eso.
El gregarismo abusivo es lo contrario de la soledad y tampoco siempre es bueno. Una cuota de originalidad, sobre todo cuando no es buscada ni forzada, no viene nada mal. Quizás esos caminos sean un poco menos recorridos y, sin embargo, valen la pena mucho realmente.
Y las malas compañías agrandan la soledad, porque entre tanta incomprensión y falta de comunión se agiganta la distancian o leganía.
La soledad que duele es aquella poco apetecida y que proviene de súbito. Sí, de repente ya no eres importante; te has convertido para ese ser tan entrañable en algo supernumerario. Eso es extremadamente doloroso.
En la soledad se pueden vislumbrar grandes fortalezas. Es que cuando dependemos de nosotros para todo no hay excusas, dudas ni incertidumbres. La solución no caerá del cielo, sino únicamente del accionar propio.
La soledad dañina no tendría que ser más que transitoria, para enseñarnos unas buenas cosas e irse sin dejar rastro alguno.
La idea del posteo es que cada lector siga sus sentimientos y comprensiones para entender a la soledad como se le antoje. Con un tópico de tanta disputa ser taxativo deviene en despótico.