Imágenes con frases de motivación cortas para alentar a los niños

Muchas veces pensamos a un niño de manera rudimentaria: con pocos sentimientos, simples, ramplones, espejos casi totales de lo que diagraman sus padres o cualquier educador ¿Pero realmente es así? Aquí podemos apelar a la experiencia, porque con diferentes años de distancia, todos alguna vez atravesamos el mundo de la puerilidad. Bajo esa sintonía, entonces, te presentamos imágenes con frases de motivación cortas para alentar a los niños. Como siempre, te traemos un excelente material para descargar, compartir y dedicar ¡No te lo pierdas!

Frases de motivación cortas para niños y adolescentes

La motivación siempre es indispensable. Ir taciturnos por la vida, sin ganas, sin esa visión que ve todo del mejor modo no sirve de nada. O mejor dicho: nos apaga, nos hace escuetos, reduce absolutamente todas nuestras capacidades.

Siempre puedes dar un poco más. Tu interior te hará saber siempre si hay algo para añadir, alguna reserva innecesaria. Podemos ser una hermosa llama incandescente, de esas que largan su mejor brillo antes de apagarse.

Como niños venimos al mundo desvencijados, vacíos en experiencias, casi como tabulas rasas. Entonces, a esa realidad hay que adosarle saberes, ideas, vivencias y todo con tranquilidad. El camino se hace al andar, señor caminante. Nunca desesperes; mejor parsimonia.

Niños y adolescentes también exudan su sabiduría. Y a veces sorprenden a los adultos su desfachatez, cierto desparpajo y excesiva, en el buen sentido, practicidad ¿Será que ellos no están tan manchados? ¿Todavía los rigores de la vida no los llenaron de velos? Seguramente no.

El detenerse ya es un decaimiento. Lo mejor es siempre avanzar, ir poco a poco sin ningún obstáculo o haciendo todo lo posible para excluirlos. De eso se trata, casi siempre. La vida es un caminar. No nos tocan siempre los mejores caminos, pero ya saben lo que dicen: carreteras sencillas no hacen grandes conductores.

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Al niño se le debe otorgar ciertos valores. Nobleza, humildad, abnegación, respeto, conmiseración, empatía y, sobre todas las cosas, amor. Dejemos un poco de lado la competitividad y egoísmo de la existencia. Ya sabemos que otros valores traen como correlato seres humanos distintos ¿Y eso? Una modificación absoluta del mundo venidero.

El deseo puede quedar eternamente en nuestra cabeza. Nos puede incitar, desgarrar, acuciar; pero no mucho más que eso. Se necesita una continuidad siempre en la vida material, en lo concreto de las cosas. Entonces ya podemos anunciar quién es el mejor acompañante del deseo: el accionar.

A veces no hay que ser hijo de cometa, dispuesto a la velocidad y la ebullición en pequeños instantes. Seamos pacientes, esperemos que a veces las cosas nos tienen que mostrar su mejor cariz para salir beneficiados. Y eso no es pasividad ni mucho menos; es inteligencia. ¡Paciencia, señores!

Eres lo que piensa. Pienso luego existo. Soy una cosa que piensa, mi esencia y sustancia es ser pensante. No sería nada, ergo, si no pensara.

La vida es un enorme bestiario de aventuras. Miles de puertas se pueden abrir, aunque tú decidirás cuál escoges. ¿Siempre escogemos? Siempre, aunque en ese acto se pueden dividir, en forma vital, dos clases de hombres: quienes eligen por cuenta propia y quienes lo hacen como última alternativa exigidos por terceros. Sé siempre de los primeros.

Funcionamos siempre con lugares comunes; es parte de nuestro intelecto tan limitado que no nos permite hurgar en todo. Para los niños no está mal esa sabiduría, pero que siempre sea buena.

No hay que tenerle temor al intento, algo lógico cuando somos jóvenes. Se teme lo peor, cuando en rigor de verdad unos buenos raspones en la vida nunca vienen mal. El hombre es ese ser que se hace a partir de quiebres, rupturas y negatividades por el estilo. Ve lo oscuro y lo afronta; es sumamente valeroso.

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Todo niño debe poseer un eximio maestro. Uno que no lo determine, que no diga que debe hacer en totalidad; sino que guíe, que ayude a depositar la vida del mejor modo. Esos seres son tan importantes en los primeros años.

¿Y cuando atravesamos la niñez y la adolescencia que nos queda? Los recuerdos. Somos rememoraciones de esta vida ¿Quienes somos? ¿Un documento de identidad? ¿Células en constante recambio? ¿Dónde esta la esencia? Si no existe, nos acercamos a ella por medio de lo que fuimos y aún podemos asir, casi con orgullo.

La vida es un constante encontrar pozos en medio de un desierto. Son soluciones y estamos que estar abiertos, en pleno aprendizaje, para dar con ellas.

Nada mejor para un niño que un adulto que admira secundándolo, ayudándolo y diciéndole que puede hacer todo.

Hay que escucharse un poco más. El cuerpo es el lugar de la coherencia siempre. Los sueños nos acucian, nos queman, nos muestran el camino. Y eso a tal punto que dejarlos de lado se siente como ir a contrapelo, como mantener una mascarada tan insostenible como la luz artificial en la noche eterna.

Un amigo es único, por más que para el resto sea alguien más. De eso se trata la amistad: de convertir a un ser en lo más especial para uno, no para el resto. Aquí los terceros poco tienen que ver.

La vida es un constante toparse con gente y soltarlas, por miles de razones. Sin embargo, en ese dilatado peregrinar siempre hay personas que se quedan a nuestro lado, por siempre.

Ya sabes qué puedes ser: una enorme retahíla de personas, incluso todas juntas. La vida es tragedia, porque no se puede dividir entre buenos y malos de manera absoluta. Y si quieres ser de los primeros, entonces, lo debes escoger una y otra vez.

Los inicios pueden ser mezquinos, pequeños, reducidos; pero poco importa ello. Se crece, se progresa constantemente y lo que era austero se hace enorme con el tiempo.

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El silencio nos comunica con el todo y nos hace recordar todo lo sepultado con el tiempo.

Si vas a ser algo, siempre sé de los buenos. Escoge ese grupo una y otra vez, sin parar ni cesar. La vida, aprenderás, es una elección y un compromiso. La gloria de ser héroe es que se lo debe demostrar una y otra vez, a veces superando enormes contratiempos y pasiones.

La sabiduría y la educación siempre son ascensos. Quizás no tengan una ratificación en las cosas que posees ni en la billetera que tienes en tu bolsillo; pero hay realidades que superan tales mezquindades. Cuando esa sapiencia sea parte de ti te darás cuenta de muchas cosas, querido niño.

Suele anunciarse que el tren pasa solo una vez. No es cierto, en rigor de verdad: muchas oportunidades se los pueden abrir y alguna de ellos podemos tomar. Recuerda que es bueno el justo medio: ni la inacción ni el fatalismo.

Los grandes corazones son tan sublimes que se fijan en los pequeños detalles.

Un niño bueno es uno feliz. Nunca se comprobó que el dolor, la amargura, lo lóbrego sean buenos consejeros. No; necesitamos de amor y cariño siempre para ellos, los que despuntan en la vida.

El límite es el cielo y el esfuerzo es ese vehículo que realmente nos puede llevar a cualquier parte. Tómalo, no lo sueltes nunca.

Los niños siempre pueden aprender cualquier cosa. De sus educadores, entonces, se necesita la más grandes de las responsabilidades.

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