Imágenes con frases sobre el significado del amor

Cualquier tema controvensial es disputable y si hay disputa, lo sabemos, siempre habrá discusión, múltiples definiciones, puntos de unión y desencuentros. El amor, por ejemplo, muchas veces genera semejante realidad: algunos lo ven como lo más bello que le puede pasar a los seres, otros como un dolor de cabeza; como la unión de dos cuerpos en un alma, mariposas imaginarias, tempestades, perfecciones, abnegaciones y empatías sumamente sinceras. Hay de todo un poco, de ahí que sea interesante surcar las diferentes definiciones al respecto. Un juego para ti, querido lector, pero que te ayudará en la reflexión. Te presentamos imágenes con frases sobre el significado del amor.

Imágenes con frases sobre el significado del amor

¿Tú qué piensas del amor? ¿Te ha hecho bien? ¿Son placeres, son batallas? La verdad que el amor siempre será un tópico digno del pensamiento, porque más que nada lo vivimos o sufrimos. No se nos puede achacar de filósofos, caviladores de lo improductivo o cuestiones por el estilo; esto es candente, actual, totalmente hecho carne en cada jornada de nuestro existir, incluso cuando decidimos no amar.

El amor puede ser no poder ver sufrir al otro. Sí, cuando amamos queremos lo mejor para ese prójimo, quien posee un enorme plus en relación a los otros ¿Entonces? Deseamos que sus sueños se cumplan, que sus deseos no vean límites. En rigor de verdad, ni queremos que tengan deseos porque eso, al principio, implica una ausencia o carencia.

El amor es sensualidad y sexualidad, naturalmente. Aquí no vamos a estar de acuerdo con esos apologetas de lo platónico, que desdeña lo cárnico como espúreo. No, en rigor de verdad el amor necesita del cuerpo, el cuerpo no deja de ser una expresión del mismo muy necesaria, además de ser sumamente placentera.

Amar verdaderamente, decía Sartre, nunca puede ser enjaular o, dicho en lenguaje existencialista, negar la posibilidad que es el otro. Sí, en amado/a se nos escapa; tenemos miedo de sus sueños, sus proyecciones tan individuales; pero justamente eso es. Entonces, amar, en sentido estricto, es querer la libertad ajena (que no se entienda por libertinaje).

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Hay o existen ciertas personas que caen como anillo al dedo, que se adaptan a nuestros ritmos, que se sienten tan nuestras como nosotros suyas ¿Y eso por qué? ¿Es simplemente casualidad? ¿O hay un destino en todo esto, una especie de hilo rojo que determina quién sí, quién no y quién nunca? Cada lector contestará a su manera estos interrogantes personales.

El amor también es un combate en el que proliferan miles de guerreros: la compasión, el cariño, la misericordia, la bondad, la abnegación, empatía y muchas más. El amor es todo porque realmente no lo podemos circunscribir a la pareja: amamos a la familia, a los amigos, a esos seres que tanta admiración generan. Sí, somos seres amorosos por antonomasia.

Freud, en uno de sus múltiples libros, dejó librado al Amor, en sentido de fuerza cósmica y universal la solución de los grandes problemas del mundo. Él, por aquellos entonces, vivía en un período oscuro, ya que había salido de la primera guerra mundial para pasar a la segunda, casi como en un abrir y cerrar de ojos siniestro. Nosotros, en la actualidad, también nos deberíamos encaminar y encauzar en el amor del hombre.

Desear lo mejor a la otra persona, incluso a tal punto que quizás ese deseo implica separación de uno. Sí, el amor debe ser abnegación, de la forma que sea y tener la conciencia tan clara para darse cuenta si se le hace mal a ese ser tan querido. Responsabilidad también existe aquí, por si no quedo claro.

Los seres que se aman son afines, quieren permanecer juntos porque consideran, justamente, que ese estar juntos los hace fuertes, les hace bien, los sana; es un estar co-lindante terapéutico. Nadie ama para sufrir; hay algo positivo que sacamos de ese sentimiento siempre, por más que no se lo debe entender como simple utilitarismo.

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El amor arde, nos hace estallar, nos convierte en seres líricos a tal punto que debemos decir, pronunciar múltiples cosas porque así nos salen. Algunos dicen que son mariposas en la panza; sea como sea es algo bello.

No importa que no tengas en limpio una definición de amor. A veces la cabeza desconoce, lo que el corazón o los sentimientos, para no volvernos tan cursis, sabe de sobra. Digamos que cada uno lleva en su ser, para con su pareja, amigos, familia, mascotas una definición vaga o precisa del amor y la utiliza, la esgrime como la verdadera espada de la esperanza.

Suele decirse que las palabras polisémicas son envases vacíos, cáscaras esperando para ser activadas. Lo mismo sucede con el amor, porque realmente hay que vivirlo o desvivirlo para tener una definición o sentido de ella. Puede ser tantas cosas.

El amor también es no salir huyendo cuando tal vez la realidad del otro asuste. Es quedarse, besar sus heridas o, en todo caso, intentar sanarlas. Seguimos con la misma idea: el amor vuelve a los seres en entes afines, une, engarza, congrega o póngase la palabra que se quiera mientras se pueda expresar lo que anunciamos atrás.

¿Y cómo mantenemos el amor? ¿Es que la conquista nunca se acaba? No, nunca se acaba porque precisamente dar por hecho las cosas convierte al amor en algo anquilosado, aburrido, en un verdadero tumor que hace metástasis.

Y sí, muchas veces la definición no existe porque la tenemos personificada en la persona que tanto anhelamos y queremos. La vemos frente nuestro, la apreciamos desde ahí con suma felicidad; no hay mucho más que pedir, ¿para qué complicarse?

Tal vez el amor sea todo, porque justamente se no viene la totalidad a la cabeza para bien y para mal. Pero cuidado, ya que muchas veces el todo es igual a la nada, pensamiento lógico por antonomasia. Limitar, por ende, será bueno o malo según quien.

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¿Cuándo nace el amor? Quizás para algunos provenga en cualquier momento, casi sin aviso; para otros, tal vez, emerga en las tesituras difíciles, en esas coyunturas donde un otro da un salto cualitativo a la existencia propia; un antídoto que nos hace muy bien.

El amor, por otro lado, tiene una voluntad infructuosa de eternidad. Porque lo sabemos: todo, incluido nosotros, somos más que efímeros y, sin embargo, el amor nos da fuerzas que parecieran sin límites y sin final temporal.

La clave de hallar el amor es que quizás no exista clave, palabra mágica, forma de acción o lo que sea. O, en todo caso, la clave sea no desesperarse si no hallamos la clave, valga la redundancia, con facilidad y celeridad. Hay tiempos y tiempos…

El amor es complicado, aburrido, divertido, doloroso, meloso, hermoso; pero, sobre todas las cosas, extendido por doquier. Y aquí no hablamos solo del desenvuelto entre parejas, sino el que puede sentir cualquier ser viviente a una cosa animada o incluso inanimada.

La vida se vive o la vida se vive gustosamente. Para lo segundo, siempre, es indispensable encontrar motivos, llenarse de justificaciones para seguir adelante, para contar con ese acicate eléctrico que nos mueve a la acción.

El amor debe ser siempre una calle en dos direcciones opuestas, ya que cualquier unilateralidad se convierte, a la corta o larga, en cruento aprovechamiento.

Que la vida sea amor o sino que no sea nada.

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